En Marketing de vino podemos asumir dos estrategias bien diferenciadas:
Podemos centrarnos en defender la calidad de nuestro vino, el cuidado que ponemos en los procesos, la excelencia de la viñas, etc.
O podemos intentar adaptarnos a lo que el cliente-consumidor está buscando.
Por supuesto que todos los clientes quieren calidad, aunque el consumidor medio no es un sumiller, ni un experto catador. La preocupación por la calidad del producto no tiene discusión, sea cual sea el rango de precio en que se mueva nuestro producto, la calidad tiene que cuidarse al máximo.
Pero a la hora de presentar nuestro producto al consumidor... ¿qué haremos? ¿esperar que éste comparta nuestra visión del producto? ¿u ofrecerle una imagen del producto que se corresponda con sus expectativas y necesidades?
Sin duda, el éxito de las grandes marcas siempre deriva de saber entender al cliente y ofrecerle aquello que se le adapta mejor... Sin embargo, para ello, necesitamos conocerle... y no presumir que sabemos ya todo sobre el vino, y sobre la que la gente piensa y busca en el vino.
El Marketing orientado al consumidor será el que decida las marcas de vino que triunfará en el futuro.
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