Las últimas cifras de desplome de exportaciones de vino francés en Reino Unido han desatado las alarmas en el país vecino... Alarmas que llevan sonando ya muchos años y que, posiblemente, no dejaran de sonar.
Quien escribe piensa que Francia ha tenido, y seguirá teniendo durante muchos años y posiblemente décadas, muchas ventajas en el mercado del vino. La valoración de calidad de sus vinos es la más alta en todos los países tal y como demuestran las encuestas. Su reconocimiento de marca como país es el más alto, su imagen país incluye connotaciones de cultura del vino y de encantos enoturísticos pero... también tienen sus miserias. Si hay algo en lo que hay que admirar a los franceses es en la forma en que han gestionado su marca país. Francia no es por causualidad el país más visitado del mundo, el que más turistas recibe del planeta: por resumirlo de forma sencilla, queda mucho para que haya una versión de Ratatui en Madrid.
Quien escribe piensa que Francia ha tenido, y seguirá teniendo durante muchos años y posiblemente décadas, muchas ventajas en el mercado del vino. La valoración de calidad de sus vinos es la más alta en todos los países tal y como demuestran las encuestas. Su reconocimiento de marca como país es el más alto, su imagen país incluye connotaciones de cultura del vino y de encantos enoturísticos pero... también tienen sus miserias. Si hay algo en lo que hay que admirar a los franceses es en la forma en que han gestionado su marca país. Francia no es por causualidad el país más visitado del mundo, el que más turistas recibe del planeta: por resumirlo de forma sencilla, queda mucho para que haya una versión de Ratatui en Madrid.
Pero, como decimos, tienen también sus problemas y sus miserias y las últimas cifras de exportación han despertado muchos de sus fantasmas que, además sirven para azuzar el debate político. 400 apellations (denominaciones) son suficiente caldo de cultivo para dejar confuso a cualquier país importador. No todo el mundo es un conocedor del vino, y no todo el mundo es un conocedor del vino francés y sus regiones. Vamos, que ni el más empollón de la Liga de fútbol se conoce 400 nombres... pensemos entonces en reconocer 400 denominaciones... y sus marcas. Un imposible: demasiada exigencia para cualquier consumidor. A pesar de ello, Francia ha hecho de esta fragmentación un argumento muy fuerte de sus valores, personificado en el Terroir. Si el Terroir es confuso en la actualidad, la solución la ven en hablar más de variatales, un lenguaje mucho más sencillo para el consumidor.
Esta cuestión nos lleva, en última instancia, a segmentación de un mercado. Los criterios que valora un entendido de vino incluyen sin duda cuestiones como tipo de suelo que da carácter al vino, años de la cepa y muchas otras razones que implican la razón de ser de la calidad de un vino y su precio. Pretender copiar estos critieros a miles y miles de marcas sin códigos identificables para los clientes es, visto de forma sencilla, un absurdo.
Más absurdo aún es pretender que una configuración de necesidades políticas territoriales pueda servir como base para el mix de un producto.
La originalidad es muy importante, pero ni todo el mundo puede ser original de la misma forma (¿dónde quedaría la originalidad? , ni todo el mundo puede comunicar originalidad y esperar que el consumidor la entienda (demasiado ruido) En el caso de Francia es curioso ver como su valor más preciado se cuestiona. Es un buen ejemplo que da para pensar mucho sobre estrategia país o estrategia región.
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